La intervención quirúrgica realizada a un niño, desencadena una reacción inflamatoria en la herida caracterizada por tres fases: inflamación, maduración y contracción. En la medida que se suceden los días después de la operación la herida va ganando fuerza tensil, esto es adquiere mayor resistencia y con esto disminuye la posibilidad de que se abra (hacerse dehiscente o desarrolle una hernia incisional). Experimentalmente y en la experiencia clínica se ha visto que a los 5 días la herida ya está sellada y por lo tanto con muy bajo riesgo de sobreinfectarse y que a los 21 días la resistencia de las heridas es la adecuada para realizar las actividades normales de la vida del niño.

 

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